Ni sol ni estrellas ; entonces no se conocía la brújula del marinero. Cuando los marineros no podían ver los cuerpos celestes o la tierra, no sabían su rumbo. Dios en su providencia muestra a menudo a los hombres, especialmente a los que atraviesan el océano, que dependen de él; que todos sus esfuerzos para liberarse son completamente insuficientes, y que él debe salvarlos, o deben perecer.

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