Tener las personas de los hombres en admiración ; cortejando a los corruptos, los ricos y los grandes, para promover sus propios designios egoístas. El orgullo, la codicia y la sensualidad siempre han estado acosando los pecados con falsos maestros de religión: y han lisonjeado a los malvados, a los ricos y a los grandes, para obtener medios para su propia gratificación egoísta. Los hombres santos siempre se les han opuesto, señalado sus errores y predicho su destrucción segura si continúan en el pecado.

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