No llames a nadie tu padre ; como teniendo autoridad sobre su fe y práctica. En materia de religión y de conciencia, los ministros del evangelio no pueden inclinarse ante la mera autoridad humana sin dar a los hombres lo que es sólo de Dios; y los hombres que, sobre la base de tal autoridad, afirman ser padres y maestros de sus hermanos, indicándoles lo que deben creer y hacer, son anticristos, negando en la práctica las prerrogativas tanto del Padre como del Hijo.

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