Tampoco se multiplicará las esposas para sí, como era la costumbre de otros reyes, contrariamente al designio de Dios desde el principio. Para que su corazón no se aparte de Dios y de su ley, como lo hizo el de Salomón. Ni plata ni oro para que esto no levante su corazón en la confianza y el orgullo, que Dios aborrece, y engendre en él el desprecio de su pueblo.

No se les prohíbe simplemente ser ricos, si Dios los hizo así, como fue el caso de David, Salomón, Josafat y algunos otros; pero se les prohíbe desear desordenadamente o procurar grandes riquezas de manera irregular triturando los rostros de sus propios súbditos o poseyéndose, contrariamente a la justicia, de la propiedad ajena.

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