Pero Dios, que es rico en misericordia , es decir, en compasión por nosotros, en medio de nuestros pecados y miserias, y en su bondad y disposición gratuitas y gratuitas para perdonar al culpable y salvar al perdido: por su gran amor de benevolencia y generosidad; con lo cual nos amó cuando no había nada en nosotros más que el pecado y la miseria que lo impulsaran a hacerlo. El amor en Dios fue la causa por la que resolvió mostrar misericordia a ciertas descripciones de personas, a saber, aquellas que debían obedecer el llamado del evangelio al arrepentimiento, la fe y la nueva obediencia. El amor es un deseo de comunicarnos el bien, considerados criaturas; pero la misericordia nos respeta como caídos en el pecado y la miseria; aun cuando nosotros judíos y gentiles, y todos los hombres; estaban muertos en pecadosVer Efesios 2:1 . ¿Nos ha vivificado? Nos ha traído a la vida espiritual, engendrando en nosotros el arrepentimiento para vida y la fe viva, y como consecuencia de ello, justificándonos o revocando la sentencia de condenación a muerte eterna bajo la cual nos hallamos, llevándonos también a su favor y uniéndonos a él, dándonos su Espíritu vivificante y renovador, como consecuencia de lo cual nuestros afectos se ponen en las cosas de arriba, y nos volvemos espirituales, que es vida y paz.

Junto con Cristo en conformidad con su resurrección de entre los muertos, y en virtud de nuestra relación y unión con él. Por gracia sois salvos por la mera misericordia de Dios, o bondad inmerecida, que es la fuente original y la causa conmovedora de nuestra salvación; y por las influencias iluminadoras, vivificadoras y renovadoras del Espíritu Santo, la causa eficiente de ello. El apóstol habla con indiferencia ya sea en primera o segunda persona, estando los judíos y los gentiles en las mismas circunstancias tanto por naturaleza como por gracia. Esta doctrina pone el hacha a la raíz misma del orgullo espiritual y la gloria de nosotros mismos. Por tanto, San Pablo, previendo el atraso de la humanidad para recibirlo, pero conociendo la absoluta necesidad de que sea recibido, vuelve a afirmar la misma verdad ( Efesios 2:8,) en las mismas palabras. Y nos resucitó juntos Judíos y gentiles, ya en espíritu, habiendo no solo llovido nuestras almas de muerte espiritual a vida espiritual, sino habiéndonos dado la seguridad de la resurrección de nuestros cuerpos, y habiéndonos engendrado de nuevo, como sus hijos y sus hijos. herederos, a una esperanza viva de una herencia celestial, y nos permitió poner nuestros afectos en la felicidad y la gloria implicadas en ellas: y nos hizo sentarnos juntos en los lugares celestiales en y por Cristo Jesús, nuestra cabeza y representante, que ya ha sido admitido en el cielo como nuestro precursor, para tomar posesión de estas gloriosas mansiones para nosotros.

Porque por medio de esa relación entre él y nosotros, que la gracia divina ha establecido, podemos considerar su resurrección y exaltación a la diestra de Dios, como la garantía segura y nuestra garantía; y considerándolo bajo el carácter de una persona pública, que así se eleva y exalta en nuestro nombre, se puede decir que compartimos esas felicidades y dignidades que le son conferidas.

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