Y se marcharon de la presencia del consejo tan pronto como fueron despedidos, no aterrorizados en lo más mínimo por el trato cruel con el que se habían encontrado, ni por las amenazas de sus adversarios. ¡Vea el poder de la gracia de Dios! Estos son los hombres que abandonaron a Cristo cuando los soldados vinieron a apresarlo, sin atreverse a ser vistos en su compañía; sin embargo, ahora profesan su nombre y cumplen su profesión, aunque son ridiculizados y golpeados por ello. Y no encontramos que dijeran una sola palabra a modo de reflexión sobre el tribunal, por el trato injusto que se les dio: cuando fueron injuriados no volvieron a injuriar, y cuando sufrieron no amenazaron; sino que encomendaron su causa a él, a quien Gamaliel la había referido, sí, a Dios, que juzga con justicia.Todo su cuidado era preservar la posesión de sus propias almas y hacer una prueba completa de su ministerio, lo cual estaban capacitados para hacer de una manera digna de la imitación de todos los ministros y personas que, en cualquier momento, puedan estar en circunstancias similares.

Es más, se marcharon alegres de que se les considerara dignos de sufrir vergüenza. Siendo hombres de reputación, que nunca habían hecho nada para volverse viles, no podían dejar de sentir la vergüenza que sufrían, que, al parecer, era más más doloroso para ellos que la inteligencia causada por los flagelos, como suele ser el caso de las mentes ingenuas. Pero consideraron que era por el nombre de Cristo por lo que se abusaba de ellos, y que sus sufrimientos contribuirían al avance de su causa y gloria; y, por lo tanto, primero, consideraron un honor ser tratado así, ser deshonrado o expuesto a la infamia por su nombre.Su venerable y sagrado nombre; juzgando con razón que un castigo de este tipo, aunque en general vergonzoso, se convirtió en una gloria para ellos cuando fue soportado por una causa tan excelente, y por el bien de aquel que, aunque tan divinamente grande y tan perfectamente feliz, se había sometido, no solo a rayas, pero a muerte por ellos. 2d, Se regocijaron en ella, recordando lo que les había dicho su Maestro en su primera salida, Mateo 5:11 ; Mateo 5:13 ; Cuando los hombres te insulten y te persigan, regocíjate y alégrate sobremanera. Se regocijaron no solo aunque sufrieron vergüenza , sus problemas no disminuyeron su alegría, sino que sufrieron vergüenza., porque sus angustias aumentaron su alegría y la aumentaron. Lector, si sufrimos mal por hacer el bien, siempre que suframos con el espíritu correcto, y como deberíamos, debemos regocijarnos en esa gracia que nos permite hacerlo.

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