Y Salomón engendró a Roboam, de cuyo gobierno diez de las tribus rebeldes, eligieron a Jeroboam por rey, quien, para evitar que volvieran a estar sometidos a la casa de David, introdujo la adoración de los becerros de oro y condujo a toda la nación a la terrible crimen de idolatría flagrante; un crimen del que nunca fueron totalmente rescatados, y que fue la principal fuente de su miseria y ruina, provocando la venganza divina sobre ellos en repetidos castigos, hasta que quedaron tan reducidos que se convirtieron en presa fácil de la monarquía asiria.

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