No cargues con el pecado. No dejes que la culpa y el castigo de este pecado descansen sobre nosotros, sobre ella en esta clase, sobre mí en cualquier otra clase, sino ora a Dios por el perdón y la remoción de él. Como una muerta porque parte de su carne estaba putrefacta y muerta, y no para ser restaurada sino por el gran poder de Dios. Como un niño nacido muerto, que ha estado algún tiempo muerto en el útero, que, cuando sale, se pudre y parte de él se consume.

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