Así y más también hace Dios a los enemigos de David: si juntamos todas las circunstancias, aunque la pasión de David y el juramento de destruir a Nabal ya los siervos, no serán vindicados; aunque la resolución fue cruel, y el juramento imprudente y perverso, sin embargo, se debe admitir que la provocación que se le dio fue muy grande. La última cláusula de este verso la traducen los franceses, no dejaré a Nabal nada que le pertenezca, desde el hombre hasta el perro.

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