Y cantaron una nueva canción,Excelente en su género, y compuesto en una ocasión mucho mayor, y en tonos mucho más sublimes de armonía divina, que los que cantaban los sacerdotes y levitas en el templo de Jerusalén; diciendo: Digno eres tú de tomar el libro de la mano, por así decirlo, de Dios Padre; porque tú, bendito Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, fuiste inmolado para expiar nuestra culpa; y nos has redimido para Dios con tu preciosa Sangre, del dominio y morada del pecado, la tiranía de Satanás, la maldición de la ley y la ira de una Deidad justamente indignada; cuyos siervos e hijos somos ahora como consecuencia de tu bondad y misericordiosa interposición, y la eficacia de tu divino Espíritu. Y ahora estamos reunidos alrededor del trono de cada tribu, lengua, pueblo y nación, cercana y lejana, sagrada y profana,

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