Y he aquí, dos ciegos: San Marcos y San Lucas hablan sólo de un ciego que fue curado cerca de Jericó. San Agustín opina que uno de ellos fue más notable que el otro, siendo el hijo de Timeus, que parece haber sido una persona de alguna distinción; y que, habiendo caído en la pobreza y la ceguera, se vio obligado a mendigar su pan. Piensa que esta es una buena razón para que uno de los evangelistas lo mencione particularmente. Se puede agregar que él mismo podría ser notable por la extraordinaria seriedad con la que lloraba. Ver Aug. de Consen. Evang. lib. 2.

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