Jael salió al encuentro de Sísara. - Esto hace probable que su diseño ya estuviera formado, a menos que supongamos que Jael como cacicazgo se colocó por encima de las reglas ordinarias que regulan la conducta de las mujeres orientales. Como no se dice nada de Heber, puede que haya estado ausente, o puede que se haya mantenido apartado para promover los designios de su esposa.

Vuélvete a mí. - Sin esa invitación especial, Sísara no se habría atrevido a violar todas las leyes del decoro oriental al entrar en el santuario privilegiado del harén.

No temáis. - La traición es demasiado común entre las tribus beduinas como para hacer innecesaria la exhortación.

Ella lo cubrió con un manto. - Más bien, con la alfombra de la tienda. Evidentemente, en el momento en que se convenció de que sus intenciones eran honestas, el fatigado y desafortunado fugitivo se tiró al suelo o en un diván para dormir. La palabra usada para "manto" - semîcah (Vulg., "Pallio"; Lutero, " mit einan Mantel" ) - no se encuentra en ningún otro lugar; de su raíz probablemente significa “una colcha” (LXX., epibolaion, para el cual el Códice Alejandrino dice derrhis, “una piel”). Una gran "alfombra de tienda" de pelo de cabra suele formar parte del mobiliario de una tienda árabe.

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