Ordenó a la multitud que se sentara en la hierba. - Esto también se hizo con serena y ordenada precisión. Debían sentarse en compañías de cincuenta o cien cada una, y así el número de los que eran alimentados se convirtió en una cuestión de fácil cálculo. San Marcos, con un vívido pintoresco, los describe como presentando la apariencia de tantos macizos de flores en un jardín bien ordenado. Los colores brillantes de la vestimenta oriental probablemente hicieron que el parecido fuera más sorprendente de lo que sería con una multitud similar así dispuesta entre nosotros.

Mirando al cielo, bendijo y frenó. - El acto fue bastante natural y bastante simple, el "decir gracias" (San Juan usa la palabra, "dar gracias") del jefe de una casa judía mientras reunía a su familia a su alrededor. Las fórmulas en tales casos eran comúnmente breves y simples, como las nuestras, por ejemplo , "Que Dios, el Bendito por siempre, bendiga lo que nos ha dado". Sin embargo, mirando la enseñanza que siguió al milagro, como en Juan 6, y al uso subsecuente de nuestro Señor en la Última Cena de las mismas palabras y actos, con otros que les dieron un significado nuevo y más elevado, difícilmente podemos estar equivocados al pensar que como Él ahora distribuyó el pan terrenal a la muchedumbre hambrienta, a través de En virtud de la agencia de Sus Apóstoles, estaba presente en Su mente el pensamiento de que en lo sucesivo, a través del mismo instrumento, impartiría a las almas que tuvieran hambre de justicia el don de la comunión con Él, para que así pudieran alimentarse del verdadero Pan que desciende. del cielo.

Está en la naturaleza del caso, como un milagro del más alto orden, que el proceso de multiplicación sea inconcebible en sus detalles. ¿Cada pan, en sucesión, suministró alimento a mil, y luego llegó a su fin, y su lugar fue ocupado por otro? ¿Se reprodujo la estructura de los peces, hueso, piel y cabeza en cada porción que se les dio a los invitados en esa gran fiesta? No lo sabemos, y los evangelistas no quisieron preguntar ni registrar. Les bastaba con que la multitud "comiera todos y se saciara".

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