Versículo 23. Vosotros sois comprados por precio... Así como vuestros cuerpos han llegado a ser propiedad de vuestros amos, como consecuencia de que él pagó un precio por vosotros, así también estáis seguros de que ahora sois propiedad del Señor, como consecuencia de que habéis sido comprados por la sangre de Cristo.

Algunos interpretan este versículo de manera interrogativa: ¿Habéis sido comprados por un precio de vuestra esclavitud? No volváis a ser esclavos de los hombres. No os vendáis nunca; preferid y conservad vuestra libertad ahora que la habéis adquirido.

En estos versículos, el apóstol muestra que la religión cristiana no suprime nuestros vínculos civiles; en referencia a ellos, donde nos encuentra, allí nos deja. Cualquiera que sea la relación que teníamos antes de abrazar el cristianismo, ahí seguimos; nuestra condición secular no cambia más allá de lo que pueda afectar la mejora de nuestro carácter moral. Pero la esclavitud y toda la compra y venta de los cuerpos y las almas de los hombres, sin importar el color o la complexión, es una gran ofensa contra el Dios santo y justo, y un ataque burdo e inescrupuloso a la libertad y los derechos de nuestros semejantes.

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