Verso 2 Timoteo 3:17Que el hombre de Dios... El predicador de la justicia, el ministro del Evangelio, la persona que deriva su comisión de Dios, y aparece siempre como su heraldo y servidor.

Que sea perfecto... αρτιος. De αρω, encajar o adaptar. Significa propiamente un número entero o integral en aritmética, al que no hay que añadir nada para que esté completo.

Completamente amueblado...  εξηρτισμενος. De εξ, intensivo, y αρτιος, completo; véase más arriba. No sólo completo en sí mismo en cuanto a su integridad, conocimiento religioso, fe en Jesús y amor a Dios y a los hombres, sino que debía tener todas aquellas calificaciones que son necesarias para completar el carácter, y asegurar el éxito de un predicador, del Evangelio. Timoteo debía enseñar, reprender, corregir e instruir a otros; y debía ser para ellos un modelo de buenas obras.

Por lo que el apóstol dice aquí sobre las calificaciones de un ministro cristiano, bien podemos exclamar: ¿Quién es capaz de estas cosas? ¿Es una persona que no tiene el intelecto suficiente para un oficio o vocación común? No. Un predicador del Evangelio debe ser un hombre del más sano sentido, de la mente más cultivada, de la más amplia experiencia, uno que ha sido profundamente enseñado por Dios, y que ha estudiado profundamente al hombre; uno que ha orado mucho, leído mucho y estudiado mucho; uno que toma su trabajo como de Dios, lo hace como ante Dios, y refiere todo a la gloria de Dios; uno que permanece bajo la inspiración del Todopoderoso, y que ha escondido la palabra de Dios en su corazón, para no pecar contra él. Ningún ministro formado por el hombre puede ser jamás tal como se requiere aquí. La escuela de Cristo, y sólo ella, puede formar tal predicador.

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