Verso 59. Y apedrearon a Esteban, invocando a Dios... La palabra Dios no se encuentra en ningún MS. o versión, ni en ninguno de los padres primitivos excepto Crisóstomo. No es genuina, y no debería insertarse aquí: toda la frase se lee literalmente así: Y apedrearon a Esteban, invocando y diciendo: ¡Señor Jesús, recibe mi espíritu! He aquí una prueba muy evidente de que la oración se ofrece a Jesucristo; y ello en las circunstancias más solemnes en que podía ofrecerse, es decir, cuando un hombre exhalaba su último aliento. Este es, propiamente hablando, uno de los actos de adoración más elevados que pueden ofrecerse a Dios; y, si Esteban no hubiera concebido a Jesucristo como DIOS, ¿podría haber entregado su alma en sus manos?

Podemos observar además que este lugar ofrece una prueba completa de la inmaterialidad del alma; porque él no podría haber encomendado su espíritu a Cristo, si hubiera creído que no tenía espíritu, o, en otras palabras, que su cuerpo y su alma eran una misma cosa. Si se admite que este eminente santo tenía una noción correcta de la teología, y que, estando lleno del Espíritu Santo, como lo estaba en ese momento, no podía equivocarse en asuntos de tan vasto peso e importancia, entonces estos dos puntos quedan satisfactoriamente expuestos en este versículo:

1. Que Jesucristo es DIOS; porque Esteban murió orando a él.

2. Que el alma es inmaterial; porque Esteban, al morir, encomienda su espíritu que parte a la mano de Cristo.

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