Verso 30. Y le escupieron... "Rindamos nuestra adoración", dice el mismo piadoso escritor, "y humillémonos en silencio a la vista de un espectáculo que sólo la fe hace creíble, y que nuestros sentidos difícilmente soportarían. Jesucristo, en esta condición, predica a los reyes de la tierra esta verdad: que sus cetros no son más que cañas, con las que ellos mismos serán golpeados, magullados y aplastados en su tribunal, si no los usan aquí para el avance de su reino."

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