Verso Romanos 15:33 . El Dios de la paz esté con vosotros... Todo el objeto de la epístola es establecer la paz entre los judíos y los gentiles creyentes, y mostrarles sus obligaciones mutuas, y la infinita misericordia de Dios para con ambos; y ahora concluye rogando que el Dios de la paz -de quien procede y por quien es preservada- esté siempre con ellos. La palabra Amén, al final, no parece haber sido escrita por el apóstol: falta en algunos de los manuscritos más antiguos.

1. En los capítulos anteriores, el apóstol impone un deber muy duro, pero muy importante y necesario: el de soportarse mutuamente y procurar pensar y dejar pensar en aquellas cuestiones religiosas que, según se confiesa, no son esenciales para la salvación del alma. La mayoría de las disputas entre los cristianos han sido sobre puntos no esenciales. Los ritos y las ceremonias, incluso en la simple religión de Cristo, han contribuido a promover esas animosidades por las que los cristianos se han dividido. Las formas del culto y las vestimentas sacerdotales no han dejado de influir en esta perturbación general. Cada parte ha estado dispuesta a tomar de los capítulos 14 y 15 de esta epístola las expresiones que parecían convenientes para su propio caso; pero se han encontrado pocos que hayan tomado la totalidad. Tú crees que una persona que tiene tales o cuales opiniones está equivocada: compadécete de ella y enderézala, con amor, si es posible. Él cree que tú estás equivocado porque no sostienes esos puntos; y él ha de soportarte. Ambos estáis precisamente en el mismo terreno, y os debéis mutuamente la tolerancia.

2. Cuidado con las contiendas en la religión, si disputáis sobre alguna de sus doctrinas, que sea para averiguar la verdad; no para apoyar una opinión preconcebida y preestablecida. Evitad todo calor y rencor polémicos; éstos prueban la ausencia de la religión de Cristo. Todo lo que no te lleve a amar más a Dios y a los hombres, es seguramente de abajo. El Dios de la paz es el autor del cristianismo; y el Príncipe de la paz, el sacerdote y el sacrificio del mismo: por tanto, amaos los unos a los otros, y dejad la contienda antes de que se entrometa en ella. Sobre este tema es bueno el consejo del piadoso señor Herbert: -

Tened calma al discutir; porque la ferocidad hace

del error una falta, y la verdad una descortesía.

¿Por qué debería sentir los errores de otro hombre

más que su enfermedad o su pobreza?

En el amor debería; pero la ira no es amor;

Ni la sabiduría tampoco: - por lo tanto muévete suavemente .

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