Humillaos, pues, (10) bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo.

(10) Debido a que esos espíritus orgullosos y elevados amenazan a los modestos y humildes, el apóstol nos advierte que debemos poner el poder de Dios contra la vanidad de los hombres orgullosos y confiar completamente en su providencia.

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