(2) Si es así, vestidos, no seremos hallados desnudos.

(2) Una exposición del dicho anterior: no sin razón deseamos estar vestidos con la casa celestial, es decir, con esa gloria eterna e inmortal, como con un vestido. Porque cuando salgamos de aquí, no permaneceremos desnudos, habiendo quitado la cubierta de este cuerpo, sino que volveremos a tomar nuestros cuerpos, que se pondrán como si fuera otra prenda además. Y por eso no suspiramos por el cansancio de esta vida, sino por el deseo de una vida mejor. Este deseo tampoco es en vano, porque estamos hechos para esa vida, cuya prenda tenemos, el Espíritu de adopción.

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