(2) Por tanto, te recuerdo que (c) avivas el don de Dios, que está en ti por la imposición de mis manos.

(2) Él nos urge a poner el poder invencible del Espíritu que Dios nos ha dado, contra esas tormentas que puedan venir sobre nosotros.

(c) El don de Dios es como una cierta llama viva encendida en nuestros corazones, que la carne y el diablo van a apagar; por lo tanto, nosotros, como sus oponentes, debemos trabajar tanto como podamos para fomentarla y mantenerla. incendio.

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