(9) Y en nada atemorizado por tus adversarios, lo cual es para ellos señal evidente de perdición, pero para ti de salvación y la de Dios.

(9) No debemos desanimarnos, sino animarnos por las persecuciones que los enemigos del Evangelio imaginan y practican contra nosotros, ya que las persecuciones son testigos ciertos de Dios mismo tanto de nuestra salvación como de la destrucción de los impíos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad