(12) Después de lo cual ni el primer [testamento] se dedicó sin sangre.

(12) Debe haber una proporción entre lo que purifica y lo que se purifica: según la ley, todas esas figuras eran terrenales, el tabernáculo, el libro, los vasos, los sacrificios, aunque eran señales de las cosas celestiales. Por eso se requería que todos ellos fueran purificados con alguna materia y ceremonia de la misma naturaleza, es decir, con sangre de bestias, con agua, lana, hisopo.

Pero bajo Cristo todas las cosas son celestiales, un tabernáculo celestial, sacrificio celestial, pueblo celestial, doctrina celestial, y el cielo mismo se abre ante nosotros para un hogar eterno. Por tanto, todas estas cosas son santificadas de la misma manera, es decir, con la ofrenda eterna de la sangre vivificante de Cristo.

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