(11) Pero, ¿por qué juzgas a tu hermano? ¿O por qué menosprecias a tu hermano? porque todos estaremos ante el tribunal de Cristo.

(11) La conclusión: debemos dejar a Dios su derecho, y por lo tanto, en asuntos que sean buenos o malos según la conciencia del individuo, el fuerte no debe despreciar a sus hermanos débiles, y mucho menos condenarlos. Pero este consecuente no puede tomarse con igual fuerza al contrario, es decir, que el débil no debe juzgar al fuerte, porque el débil no sabe que el que no observa un día y come, no lo observa al Señor, y comed para el Señor, como saben los hombres fuertes que los débiles que guardan un día y no comen, guardan el día para el Señor y no comen para el Señor.

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