(38) Y se lavó el carro en el estanque de Samaria; y los perros lamieron su sangre; y lavaron sus armaduras; conforme a la palabra que el SEÑOR había dicho. (39) Los demás hechos de Acab, y todo lo que hizo, y la casa de marfil que hizo, y todas las ciudades que edificó, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? (40) Y durmió Acab con sus padres; y reinó en su lugar Ocozías su hijo.

El Espíritu Santo es particular en hacer relatar la circunstancia de los perros lamiendo su sangre, a modo de cumplimiento de la palabra de su siervo el Profeta, mostrando con qué desprecio se siguió su muerte. ¡Y así terminó la vida de este hombre sin valor y sin principios!

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