(2) Te lo dije antes, y te predije, como si estuviera presente, la segunda vez; y estando ausente ahora, les escribo a los que antes han pecado, y a todos los demás, que, si vuelvo, no perdonaré: (3) Ya que buscáis una prueba de que Cristo ha hablado en mí, lo cual para vosotros es no débil, sino poderoso en ti. (4) Porque aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Porque también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con ustedes.

Hago una pausa en este último versículo, porque es muy interesante, para considerar por un momento cuán benditamente habla el Espíritu Santo de que Cristo fue crucificado por debilidad. Paul muy probablemente lo decía en alusión, a sí mismo; que como Cristo, en los días de su carne; apareció en toda la pobreza y humildad con que estaba marcado su carácter, y sin embargo, en el momento tan apareciendo, tanto como siempre el amado Hijo de Dios; de modo que Pablo quiso decirles a los corintios que su pobreza y apariencia exterior no debían haber disminuido su estima, porque él había probado plenamente la autoridad del Espíritu Santo en sus corazones, al enviarlo a ellos para predicar el Evangelio.

Pero rogaré llamar la atención del lector sobre lo que Pablo ha dicho aquí en relación con el hecho de que Cristo fue crucificado en debilidad, a una consideración mucho más alta, que acomodarlo a la historia de Pablo.

En mi opinión, es una hermosa porción del don de Dios el Espíritu a la Iglesia, al enseñar al pueblo del Señor a contemplar inmensas bendiciones, ofrecidas bajo escasas apariencias. Cristo crucificado por debilidad es una expresión comprensiva que alude a la naturaleza humana del Señor Jesús. En todo le correspondía ser semejante a sus hermanos. La misma naturaleza que vino a redimir, la debe tomar en unión con su Deidad.

Debe ser hecho semejante a la carne de pecado. Me gusta. Es decir, salvo el pecado, debe ser el mismo. Débil y sujeto a todas las debilidades y enfermedades de las que podría ser sujeto su naturaleza sin pecado, capaz de soportar sufrimientos y muerte. Por eso, en esa debilidad fue crucificado y murió. Pero para demostrar al mismo tiempo, que aunque Jesús soportó esos sufrimientos y muerte, por su cuerpo la Iglesia, todo fue voluntario, y como Fiador de su Iglesia, porque su poder divino rompió a través del velo de su cuerpo, en muchos actos que demostraron su Deidad, tanto en las maravillas de su cruz, como en su triunfo sobre la muerte al resucitar.

Porque, dice el Espíritu Santo de Pablo acerca de él, fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos, Romanos 1:4 . ¡Lector! ¿No son estas dulces visiones de Jesús? ¿No es bendecido, por cierto, aquí? y allí intercalados en los escritos del Apóstol, para encontrar dichos benditos testimonios, como los da Dios el Espíritu Santo, de la preciosa unión de Dios y el hombre, en la Persona de Cristo?

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