Observe la progresión del pecado cuando la mente se endurece bajo su influencia. Ves que Acaz roba la casa de Dios para comprar el brazo del hombre contra él; sacrifica al diablo para ganar interés humano. Y así va de mal en peor, hasta que se llena la medida de su iniquidad. ¡Y observa, lector! porque es una observación sumamente apropiada para relacionarse con él, cómo la desilusión, la aflicción y la ruina acompañan los pasos de tales transgresores.

El rey de Asiria toma sus regalos pero se ríe de su calamidad. Tal es invariablemente la amistad de los pecadores en todos los casos. Y a medida que aumentaban las aflicciones y los desengaños de Acaz, se multiplicaban sus pecados y aún más transgredía contra el Señor. Y observe cómo el Espíritu Santo ha marcado para siempre su carácter con esas pocas palabras; Este es el rey Acaz. Como si el Señor tuviera la intención de hacer que su memorial sea aborrecido para siempre.

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