(4) Y será como la luz de la mañana, cuando sale el sol, como una mañana sin nubes; como la tierna hierba que brota de la tierra con un resplandor claro después de la lluvia.

¿Quién puede ser este sino JESÚS? ¿De quién, entre los hijos de los hombres, podría decirse alguna vez que era como una mañana sin nubes? Ni ángeles ni hombres; ni ordenanzas, ni gracias, ni todas las lunas de la noche, ni los soles del día, brillaron jamás como una mañana sin nubes. ¡Qué dulce semejanza para representarlo a él y su salvación perfecta, en quien no hay mudanza, ni sombra de variación!

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad