(6) Entró, pues, Amán. Y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre a quien el rey desea honrar? Amán pensó en su corazón: ¿A quién se deleitaría el rey en honrar más que a mí mismo? (7) Y Amán respondió al rey: Para el hombre a quien el rey desea honrar, (8) Traiga la ropa real que el rey usa, y el caballo sobre el que monta el rey, y la corona real que es Ponga sobre su cabeza: (9) Y entreguen este vestido y este caballo en manos de uno de los príncipes más nobles del rey, para que vistan al hombre a quien el rey desea honrar, y lo lleven a caballo por la calle. de la ciudad, y proclama delante de él: Así se hará al hombre a quien el rey desea honrar.

(10) Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, y toma la ropa y el caballo, como has dicho, y hazlo así con Mardoqueo, el judío, que está sentado a la puerta del rey; nada falte de todo lo que tienes. hablado. (11) Entonces tomó a Amán el vestido y el caballo, vistió a Mardoqueo, lo llevó a caballo por la plaza de la ciudad y proclamó delante de él: Así se hará al hombre a quien el rey desea honrar.

¡Lector! Cuando hayas hecho todas las reflexiones debidas sobre la historia y hayas contemplado en ella, con asombro, cómo el SEÑOR domina todas las cosas para su propia gloria, el bien de su pueblo y la ruina de sus enemigos; y cuando hayas hecho la aplicación adecuada de ello a tu propio caso y circunstancias, y las circunstancias de la iglesia de DIOS y las personas de todas las edades; luego dirija sus pensamientos a JESÚS, a quien, como el Hombre de la Gloria, JEHOVÁ se deleita en honrar.

¡Oh! ¿Quién puede contemplar a JESÚS en las glorias de su carácter más misericordioso, como Cabeza y Rey de su iglesia y pueblo, y no doblar la rodilla ante él, y confesar con toda el alma que JESUCRISTO es el SEÑOR, para la gloria de ¡Dios el padre! ¡Granizo! ¡Tú, Rey de reyes y SEÑOR de señores!

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