¡Lector! observe aquí una vez más, las señales espantosas con las que el Señor proclamó su ley. ¿Y el Espíritu Santo, incluso ahora, al traer al pecador un profundo sentido de transgresión, no acompaña su palabra al alma con la misma? Gal_3: 10-12; Gal_3: 24.

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