REFLEXIONES

¡VIVA! ¡Tú, Rey de justicia! al cual ha puesto Jehová por Rey en Sion. Deja que mi alma te siga y se deleite en tus glorias, mientras yo te contemplo en tu santo monte. ¡En verdad, Señor, por tu propio derecho, como uno con el Padre y el Espíritu Santo, tú eres Jehová, Señor de todo! Pero déjame verte en esa luz suavizada y querida, como Cristo el Mediador, Rey de reyes y Señor de señores. Porque aquí, Señor, te veo como poseedor de todo poder, en el cielo y en la tierra.

Y en el gobierno especial de tu reino espiritual, permíteme contemplar la justicia, el juicio y la paz de él. Todopoderoso Soberano de tu pueblo, toma para ti tu gran poder, y reina y gobierna en el corazón de todos tus súbditos. Ciertamente, Señor, te pertenece, porque tuyo es el reino, por dádiva y por compra; por conquista y por rendición, ordenar, arreglar, nombrar y regular toda la administración de la misma.

Y ciertamente es tu única prerrogativa derribar a todos tus enemigos debajo de tus pies. A ti te pertenece perdonar al penitente; ser generoso con los necesitados, consolar a los afligidos y ofrecer el cetro de misericordia al culpable. Sí, Señor, toda la gracia es tuya en tu reino aquí; y la gloria será tuya en tu reino para siempre. ¡Oh! ¡Señor Jesus! sé tú todo, y más que todos, que esta dulce escritura te representa; escondite del viento y escondite de la tempestad.

Habite tu pueblo, como has dicho, en moradas pacíficas; sí, Señor, habite en ti, y entonces la obra de tu justicia será paz, y el efecto de tu justicia será tranquilidad y seguridad para siempre. Amén.

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