El Profeta vuelve a su antiguo tema. La perspectiva del cautiverio babilónico afectó tanto el corazón del Profeta que no pudo tocar otra cuerda. Y observe cómo el hombre de Dios da rienda suelta a su corazón lleno de dolor en la oración. ¡Lector! este es el único alivio para un alma cuyo suspiro llega antes de comer. ¿Dónde encontrarán consuelo los afligidos sino en un propiciatorio? ¿En el seno de quién verterá su contenido una mente sobrecargada, sino en el de Jesús? Señor, ayúdame en esos momentos, a decir y hacer, con uno de los viejos; cuando mi corazón esté abrumado, llévame a la roca que es más alta que yo. Sal 61: 2.

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