¿Qué tan llamativa la protesta? ¿Cuán incontestablemente justa la apelación? No dejes de observar, lector, que el Señor no habla simplemente de una nación o de otra, sino que es esta nación, este pueblo, esta misma semilla; Israel, el Israel del Señor. ¿Y no llegan las palabras con una dirección peculiar, sí, personal, a nuestro Israel en la hora presente? ¿Se han adaptado alguna vez a la Iglesia, desde los días de Jeremías, más claramente que ahora?

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