Vale la pena observar que dos veces en la vida, tanto de Moisés como de Josué, se hizo la renovación de este pacto. Ver Éxodo 24:1 ; Deuteronomio 29:1 y Josué 8:1 y ahora, lector, siempre es provechoso, aunque no volver a echar el fundamento de obras muertas, sino mirar las pasadas transacciones solemnes entre Dios y el alma.

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