Aquí nuevamente, el Señor muestra la indignidad y la falta de gracia del hombre, y su falta de provecho para con Dios. Todo lo cual, si no me equivoco, se presenta con miras a realzar la abundante gracia y bondad de Dios. Es como si el Señor hubiera dicho, aunque ninguno de ustedes abrirá las puertas de mi casa sin una recompensa, sin embargo, mi amor y las bendiciones que doy son todas gratis, y sin restricciones, sí, contra todos los inmerecidos.

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