"Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. (2) Y cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. (3) Las insensatas tomaron sus lámparas, y no tomaron aceite con ellas; (4) pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas con sus lámparas. (5) Mientras el esposo estaba detenido, todos se durmieron y durmieron. (6) Y a la medianoche se oyó un clamor, He aquí que viene el esposo; salid a recibirle.

(7) Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. (8) Y las insensatas dijeron a las prudentes: Danos de tu aceite; porque nuestras lámparas se apagan. (9) Pero las prudentes respondieron diciendo: No es así; para que no nos falte a nosotros y a vosotros; antes id más bien a los que venden, y comprad para vosotros. (10) Y mientras ellos iban a comprar, vino el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta.

(11) Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, Señor, ábrenos. (12) Pero él respondió y dijo: De cierto os digo que no os conozco. (13) Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora en que vendrá el Hijo del Hombre ".

Por el reino de los cielos no se quiere decir el cielo mismo, porque allí no hay vírgenes insensatas, como lo describe esta parábola; pero es a modo de comparación a lo que se dice que se asemeja el reino de la gracia en esta vida. El Señor describe diez vírgenes; cinco de los cuales eran sabios y cinco necios. No es que el número diez tenga alguna alusión en particular; ni porque estén divididos en partes iguales se quiere decir que el número de los felices y de los miserables será igual.

Pero que la Parábola que nuestro Señor ha juzgado apropiada para exponerla bajo estas imágenes, tal vez sea mejor entendida. Por sabios, se entiende los sabios para la salvación. Y por los necios, aquellos entre los profesantes indocumentados, descuidados y sin Cristo, que son tan necios como para buscar la ganancia del mundo en lugar de sus propias almas.

Ahora, esas vírgenes también se describen como saliendo al encuentro del novio. Cristo es el esposo de su esposa la Iglesia. Al salir con sus lámparas, significa salir bajo una profesión de la religión de Cristo. Los insensatos tomaron sus lámparas, es decir, tenían una mera profesión, pero sin aceite consigo; no tenían nada de la unción de Dios el Espíritu Santo sobre ellos; ignoraban su propio estado perdido ante Dios, y aunque profesaban a Cristo, no sabían nada de su poder salvador en sus corazones. Mientras que los sabios, habiendo sido hechos sabios para la salvación, habían aprendido su necesidad de Cristo y estaban ansiosos por buscarlo.

Mientras el esposo se demoraba, es decir, mientras esperaba las ordenanzas, todos dormían y dormían. La Iglesia se describe a sí misma en este marco; Duermo, pero mi corazón despierta. Cantares de los Cantares 5:2 . El adormecimiento del pueblo del Señor no es el sueño de la muerte, sino una muerte, de la cual el pueblo de Dios encuentra demasiado motivo para quejarse.

Pero las vírgenes insensatas nunca fueron despertadas, de estar muertas en delitos y pecados. La consecuencia de la venida de Cristo, debe suponerse, como continúa describiendo la Parábola, tan diferente como sus diferentes estados inevitablemente no podrían sino producir.

Las vírgenes insensatas, desprovistas de toda piedad vital, no despiertas, no regeneradas, no familiarizadas con la plaga de su propio corazón e ignorantes de la persona, obra y gloria de Cristo; en todos sus oficios, personajes y parientes salvadores; y teniendo nada más que una lámpara de profesión, fueron hallados en la más absoluta oscuridad, al acercarse el Señor. Mientras que, por el contrario, las vírgenes prudentes fueron provistas con el aceite de la gracia, bajo la enseñanza de Dios el Espíritu Santo, y llevadas a una unión con Cristo, y a la comunión en todo lo que pertenecía a Cristo, en la regeneración, conversión, justificación y misericordia santificante; así preparado por el Señor, para el conocimiento y disfrute del Señor; Levántate con santa alegría a la venida del esposo, y entra con él a las bodas y se cierra la puerta.

El grito de admisión de las vírgenes insensatas, representa el estado de todos aquellos que no tienen parte ni suerte en el asunto. El Señor los ha descrito en otra parte, así como en esta parábola, como aquellos que no conoce, es decir, no los conoce, de ninguna manera de unión o comunión con él. Y por eso cierra la Parábola con una recomendación a sus redimidos, de estar siempre en la atalaya, inconscientes a qué día u hora, el Señor vendrá a llevar a sus redimidos a casa, para que se los distinga de aquellas vírgenes insensatas, desprovisto de toda piedad vital.

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