Este es un verso de no poca importancia. Aunque el Señor no está tratando con sus redimidos ahora bajo el pacto de gracia, como lo hizo con Adán en su estado original de inocencia, para ver qué mejora puede hacer su pobre criatura caída bajo las ordenanzas o providencias; sin embargo, el Señor está probando a su pueblo con las gracias que les imparte en los diversos procesos de aflicciones y tentaciones. Y esto se vuelve verdaderamente provechoso, cuando un hijo de Dios es capacitado para reunir de él evidencias más notables del amor divino y pruebas más notables de su propia debilidad e indignidad.

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