Podemos considerar estas benditas palabras en un doble sentido. Primero, como el estímulo que se supone que un pobre pecador debe dar a los demás, que, habiendo experimentado él mismo la misericordia divina, sale y la proclama en el exterior. Es como si hubiera dicho: "Espere Israel, que todo pobre pecador, en cuyo corazón Dios el Espíritu ha puesto la preocupación por su salvación, esperanza; y donde se ponga en el alma un clamor a Dios para obtenerla en Cristo. Esperen todos los de esta descripción, porque Jesús está en los cielos: Jesús, la propiciación que Dios ha presentado, está allí.

En su sangre he hallado redención, y en verdad he hallado redención abundante para mi alma: por tanto, que nadie se desanime, que el mayor pecador no dude; porque yo, el primero de los pecadores, lo he experimentado. Espere Israel en el Señor. "Pero si lo consideramos en otro sentido, como el precepto de Dios mismo, las palabras serán igualmente dulces. Así, Cristo es proclamado como la única ordenanza del cielo, suficiente.

Es de la provisión del propio Jehová; la misericordia está con él; Cristo, nuestra pascua, sacrificado por nosotros, está con él; y es el mismo Jehová el que habla así al pobre pecador: Líbralo de descender a la fosa; he hallado rescate, Job 33:24 . De modo que está Jesús, la misericordia prometida, el primogénito en el vientre de la misericordia, sí, la misericordia misma de las misericordias; El, el SEÑOR nuestra justicia es con el SEÑOR, la fianza y el rescate del pecador.

¡Y esta redención en su sangre es redención completa, redención todo suficiente, redención abundante! Y Él redimirá a Israel de todos sus pecados, no de uno solo, ni de diez ni de diez mil, sino de todos. Por eso su nombre es J ESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

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