REFLEXIONES

¡PIENSA, alma mía, qué poco de este compañerismo y comunión se encuentra en el día de hoy, en el estado languideciente de nuestras Iglesias! ¡He aquí la causa! Si no se reciben constantemente de Cristo, ¿cómo habrá comunicación entre los hermanos? Si se remiten las relaciones con el gran Jefe, ¿qué tendrán que impartir los miembros? ¡Oh! ¡Por la gracia de mirar a Jesús, la Cabeza vivificante de su Iglesia! ¡Oh! Señor Jesús, que visites a tu pueblo, a tus ministros, a tus iglesias. ¡Dime, tú a quien ama mi alma, dónde apacientas tu rebaño al mediodía! ¡Mira, Señor! cómo languidece tu pueblo.

Danos, Señor, un poco de avivamiento en nuestra esclavitud; ven entre nosotros con tu gran poder; Estimúdanos para que apoyemos tu fuerza: así tendremos gracia floreciendo en nuestro propio corazón, y las comunicaciones se producirán entre los hermanos; así estaremos preparados para el disfrute eterno de Jesús y su Iglesia por gracia aquí, para la gloria en el más allá.

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