Bajo la idea de que podamos considerar lo que se dijo antes en este Salmo como hablado en la persona de Cristo, ¡cuán benditas son las expresiones en estos versículos! Cuando Jesús, como Cabeza de su iglesia, contempló la manera en que se le dio el cuerpo y el propósito infinitamente importante que pretendía; bien puede suponerse que estalla en un lenguaje como este: ¡Preciosos para él son los pensamientos de Dios! la suma de ellos es incalculable en cuanto se relacionan, en amor y misericordia, con la iglesia en él.

Contarlos es imposible: pero aún agrega: Cuando despierto estoy donde estaba; es decir, contigo. Tan infinito y eterno es el amor de Dios en y hacia Cristo y su iglesia, que no puede recibir aumento ni admitir disminución. ¡Lector! haga una pausa y pregunte, ¿qué hijo de Adán puede usar un lenguaje como este?

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