¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!

¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!, (el mismo hebreo ) ¡Cuán fríos y pobres son nuestros pensamientos más cálidos hacia Dios! ¡Cuán indeciblemente amorosos y gloriosamente ricos son sus pensamientos para con nosotros! Comparar, "las riquezas de la gloria de su herencia en los santos".

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