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Aquí hay otro Salmo del evangelio, en el que el Espíritu Santo, por la pluma de su siervo David, describe al Señor Jesucristo como el glorioso Mediador, cabeza y Rey de su Iglesia. Primero se le describe como Aquel por quien Jehová hizo el mundo; y luego se le señala tanto en su reino de providencia como en su reino de gracia; y se hace una demanda a las puertas celestiales para recibir a este glorioso Mediador, que regresa de la gran obra de redención con triunfo y santo gozo.

Salmo de David.

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