Aquí hay una conclusión bendita de este salmo triunfante. Los testimonios y la fidelidad de Dios son siempre seguros: y la santidad del Señor está comprometida para el pleno cumplimiento de todas las promesas del pacto. Una vez juré por mi santidad, dice Jehová, que no mentiré a David. Salmo 89:35

REFLEXIONES

¡DULCE pensamiento, en la lectura de este Salmo! El derecho de Jesús a gobernar como el Hijo de Dios, uno con el Padre, es un derecho natural, porque él es el Señor de todo. Y también es dulce para el creyente la idea de que, como Rey en Sion, como Mediador de su iglesia y su pueblo, tiene un derecho de donación, un derecho de compra y un derecho de conquista y de poder. ¡Alégrate, pues, alma mía! Tu Dios, tu Rey, tu Jesús reina.

¡Sí! Bendito Señor, tú reinas y gobiernas y gobiernas en tu Sion. Manifiestas a mi alma que has sometido mi terco corazón, y me has puesto bajo tu cetro de gracia. Y tú, Señor, reina en mí, y gobiernas en mí y por mí, contra todo ejército de enemigos y ríos de impíos, sean del pecado o de Satanás, de mis deseos o del mundo. Y, oh Señor, dame deseos de conocerte, de obedecerte y de vivir para ti y para tu gloria.

Mi Señor me llevaría cautivo voluntariamente, y no conocería más voluntad que la tuya. ¡Y, Señor, somete al mundo al cetro de tu gracia! Alégrese la tierra de que eres rey, y que toda rodilla se doble ante ti, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Amén.

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