• Éxodo 4:18

    Entonces Moisés se fue y volvió a donde estaba su suegro Jetro y le dijo: — Permite que yo vaya y vuelva a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún están vivos. Y Jetro dijo a Moisés: — Ve en paz.

  • Éxodo 4:19

    El SEÑOR dijo también a Moisés en Madián: — Ve, vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban matarte.

  • Éxodo 4:20

    Entonces Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los puso sobre un asno y regresó a la tierra de Egipto. Moisés tomó también en su mano la vara de Dios.

  • Éxodo 4:21

    Y el SEÑOR dijo a Moisés: — Cuando estés de regreso en Egipto, haz en presencia del faraón todas las señales que he puesto en tu mano. Sin embargo, yo endureceré su corazón, y él no dejará ir al pueblo.

  • Éxodo 4:22

    Entonces dirás al faraón: “Así ha dicho el SEÑOR: ‘Israel es mi hijo, mi primogénito.

  • Éxodo 4:23

    Yo te digo que dejes ir a mi hijo para que me sirva. Si rehúsas dejarlo ir, he aquí que yo mataré a tu hijo, a tu primogénito’ ”.

  • Éxodo 4:24

    Aconteció en el camino, en una posada, que el SEÑOR le salió al encuentro y procuró matarlo.

  • Éxodo 4:25

    Entonces Séfora tomó un pedernal afilado, cortó el prepucio de su hijo y tocó con él los pies de Moisés, diciendo: — ¡De veras, tú eres para mí un esposo de sangre!

  • Éxodo 4:26

    Entonces él desistió. Ella había dicho “esposo de sangre” a causa de la circuncisión.

  • Éxodo 4:27

    Entonces el SEÑOR dijo a Aarón: — Ve al desierto, al encuentro de Moisés. Él fue y lo encontró en el monte de Dios, y lo besó.

  • Éxodo 4:28

    Entonces Moisés refirió a Aarón todas las palabras que el SEÑOR lo enviaba a decir y todas las señales que lo mandaba hacer.

  • Éxodo 4:29

    Moisés y Aarón fueron, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.

  • Éxodo 4:30

    Aarón relató todas las cosas que el SEÑOR había dicho a Moisés, y este hizo las señales ante los ojos del pueblo.

  • Éxodo 4:31

    El pueblo creyó; y al oír que el SEÑOR había visitado a los hijos de Israel y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron.

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