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Pero el hombre muere y desaparece; el hombre expira, ¿y dónde estará?
             
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Se agotan las aguas de un lago, y un río mengua y se seca;
             
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así yace el hombre y no se vuelve a levantar. Hasta que no haya más cielos, no lo despertarán ni lo levantarán de su sueño.
             
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»¡Cómo quisiera que me escondieras en el Seol, que me encubrieras hasta que se apaciguara tu furor y que fijaras un plazo para acordarte de mí!
             
            
    
    
    
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