- 
                
                
Nuestra heredad ha pasado a los extraños, nuestras casas a los extranjeros.
             
                    - 
                
                
Estamos huérfanos; no tenemos padre; nuestras madres han quedado viudas.
             
                    - 
                
                
Nuestra agua bebemos por dinero; nuestra leña nos viene por precio.
             
                    - 
                
                
Sobre nuestros cuellos están los que nos persiguen. Nos fatigamos y para nosotros no hay reposo.
             
                    - 
                
                
Hacia Egipto extendimos las manos; y hacia Asiria, para saciarnos de pan.
             
                    - 
                
                
Nuestros padres pecaron y ya no están; nosotros cargamos con su castigo.
             
                    - 
                
                
Aun los esclavos se han enseñoreado de nosotros; no hubo quien nos librara de su mano.
             
                    - 
                
                
Con riesgo de nuestras vidas traemos nuestro pan, ante la espada del desierto.
             
                    - 
                
                
Nuestra piel se ha ennegrecido como un horno, a causa de los ardores del hambre.
             
                    - 
                
                
A las mujeres violaron en Sion, y a las vírgenes en las ciudades de Judá.
             
                    - 
                
                
Los príncipes fueron colgados de sus manos; no fue respetada la persona de los ancianos.
             
                    - 
                
                
Los jóvenes cargaron piedras de molino; los muchachos desfallecieron bajo la carga de la leña.
             
                    - 
                
                
Los ancianos han dejado de acudir a las puertas de la ciudad; los jóvenes han dejado sus canciones.
             
                    - 
                
                
Ha cesado el regocijo de nuestro corazón; nuestra danza se ha convertido en duelo.
             
                    - 
                
                
Cayó la corona de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, porque hemos pecado!
             
                    - 
                
                
Por esto está enfermo nuestro corazón; por esto se han ensombrecido nuestros ojos.
             
                    - 
                
                
Por el monte Sion, que ha quedado desolado, se pasean las zorras.