• Marco 3:1

    Entró otra vez en la sinagoga, y estaba allí un hombre que tenía la mano paralizada.

  • Marco 3:2

    Y estaban al acecho a ver si lo sanaría en sábado, a fin de acusarle.

  • Marco 3:3

    Entonces dijo al hombre que tenía la mano paralizada: — ¡Ponte de pie en medio!

  • Marco 3:4

    Y a ellos les dijo: — ¿Es lícito en sábado hacer bien o hacer mal? ¿Salvar la vida o matar? Pero ellos callaban.

  • Marco 3:5

    Y mirándolos en derredor con enojo, dolorido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: — Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano le fue restaurada.

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