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Si el sabio pleitea con el necio, aunque se enoje o se ría no tendrá reposo.
             
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Los hombres sanguinarios aborrecen al íntegro, pero los rectos buscan su bien.
             
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El necio da rienda suelta a toda su ira, pero el sabio conteniéndose la apacigua.
             
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Si el gobernante atiende a palabras mentirosas, todos sus servidores serán unos impíos.
             
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El pobre y el opresor tienen esto en común: A ambos el SEÑOR les alumbra los ojos.
             
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El rey que juzga a los pobres según la verdad afirma su trono para siempre.
             
            
    
    
    
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