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Yo declararé el decreto: el SEÑOR me ha dicho: “Tú eres mi hijo; yo te engendré hoy.
             
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Pídeme, y te daré por heredad las naciones, y por posesión tuya los confines de la tierra.
             
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Tú los quebrantarás con vara de hierro; como a vasija de alfarero los desmenuzarás”.
             
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Y ahora, oh reyes, sean sabios; acepten la corrección, oh gobernantes de la tierra.
             
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Sirvan al SEÑOR con temor y alégrense con temblor.
             
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Besen al hijo, no sea que se enoje y pierdan el camino; pues se enciende de pronto su ira. ¡Bienaventurados todos los que en él se refugian! 
             
            
    
    
    
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