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Pero tú, oh SEÑOR, ten misericordia de mí; haz que me levante, y les daré su merecido.
             
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En esto conoceré que de mí te has agradado: en que mi enemigo no cante victoria sobre mí.
             
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En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado, y me haces estar delante de ti para siempre.
             
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¡Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, desde la eternidad hasta la eternidad! Amén y amén. 
             
            
    
    
    
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